Divagación de un adolescente I.
Un recorrido por el pensamiento
Dormir. Esa sola acción de cerrar los ojos y trasladarse a otro mundo. ¿Será un mundo?, ¿una dimensión paralela? No lo sé. Pero cuando leemos o cuando escribimos, también nos teletransportamos, dejando todo atrás: las alegrías, los recuerdos, las tristezas; todo se va con apenas concentrarnos en realizar una acción.
Mientras escribo esto, me siento libre. El éxtasis recorre todo mi cuerpo, y fluye una energía trascendental a través de mi alma. Mis sentidos se unen, y gracias a la memoria, al pensamiento racional, puedo librarme de todo a mi alrededor: Yo, la señora que se encuentra frente a mí, las múltiples charlas consecutivas girando en mi entorno...
Qué triste. Me siento un poco culpable sabiendo que dichas charlas ya no son más verdades, ahora son solo palabras expresadas con cierta hipocresía. La mendacidad de las personas no tiene límites, tampoco la mía.
Fingir, mirar, actuar, mentir, disimular. Actos adyacentes con la hipocresía. ¿Es sólo esto? Para mí no lo es. Es extraño escribir todo aquello que uno reflexiona y dialoga en voz alta. Monólogos. Monólogos que recorren mi cabeza. Ideas, pensamientos, creencias. Cuando algo entra en mi mente, me cuesta mucho dejar de pensar en ese tema. A veces siento que mi espacio ya se va a terminar, que solo me falta poco para concluir con mi capacidad, hasta que me quede nuevamente vacío. Para ese entonces, mis recuerdos se borrarán, y mis sueños se van a distorsionar, quedando oscuridad, caos, o quién sabe qué. Pero basta de hablar de meras reflexiones superfluas, concentrémonos de una vez en un solo punto.
Dudas. Mi primer aliado. La duda ha sido una herramienta capaz de permitirme pensar. Si no hay dudas, jamás reflexionaríamos, sólo seríamos máquinas que obedecen, sin ningún pensamiento crítico. Dudas es similar entonces a descubrir. Cada vez que dudamos sobre algo, nos cuestionamos, nos rebelamos. Y si tenemos una nueva idea, la imponemos. Somos así “por ley” -¿Será algo biológico, o la misma sociedad nos ordena a ser de esta forma?-. Si hay algo que acotar, o algo que no concluye por una simple interrogante no resuelta con nuestros conocimientos, entonces nos exponemos, nos enfrentamos a nuestros propios ideales –a nuestra persona en sí- , y a los de los demás.
Estaba desarrollando la hipocresía. Dejemos de ponernos máscaras. Todos. Cualquier persona que conozcas, todos, tienen un lado repugnante, uno que con solo descubrirlo, por más tenue que sea, nos da cierta intolerancia. Si fuera por nosotros estaríamos solos, pero no, necesitamos del otro siempre. Según estudios científicos, una persona no puede vivir sanamente a nivel psicológico sin estar en contacto con otra.
Cuidado. Debemos ser precavidos de los que más presumen amistad. Ellos son los que más tienen
desarrollado ese lado desaprensivo, inmoral, oscuro. Me río –aunque también me preocupan- de aquellos que fingen ser los más sociables, de los que quieren relacionarse más, de los que creen estar perdidos sin amigos. Ellos están más solos que nadie. Y lo peor, es que no lo saben- y si lo saben, ese ya es otro asunto- . Todos aquellos prototipos que creamos “se desplazan”, o “se caen”, frente a nuestros antifaces. Allí vamos a la triste pero reconfortante realidad. Solo ves a dos personas que te ven con ojos brillantes, puros. Los demás, se guardan “una risa en el bolsillo” (o bajo la manga, como le parezca más fácil de entender).
Si no se piensa la realidad, si es triste, si duele, si no le gusta, si no le toma interés, ya es cuestión de cada uno. Allí esta. Sólo debés mirarla cuando quieras. Todos reaccionamos de forma distinta. Cuando estamos en medio de desconocidos, por ejemplo, no sabemos qué actitudes van a tener los demás frente a cualquier comportamiento nuestro, hasta que entra la denominada confianza en las relaciones.
Algo parecido es el “amor”. Es medio irónico saber que algo que te fortalezca tanto, en otro momento pueda deprimirte, volverte loco, y hasta dolerte. Un dolor interminable, inolvidable, que jamás se cura; una herida invisible, o mejor dicho, un agujero negro que absorbe cualquier pensamiento que se relacione a ese “amor”, destruyéndolo, corrompiéndolo, para deprimirte nuevamente. Pongo ese amor entre comillas por la simple razón de que el amor que muchas veces creemos que es amor solo es, entre otros, compromiso –como en matrimonios o noviazgos que prevalecen por tener algo en medio: los hijos, la familia, la vergüenza, la hipocresía, o simplemente miedo-. Maldita hipocresía. Hierba resistente que siempre aparece, nunca se puede quitar o hablar de casi cualquier situación sin mencionarla.
Esas relaciones pasajeras que tienen muchas personas -y hasta a veces no son pasajeras, sino eternas-, son solo productos de una necesidad de complacer alguna satisfacción. Otras veces, y más en la adolescencia, son productos de la atracción, y del agrado. El enamoramiento solo ocurre una vez en la vida, y muchos lamentablemente no lo experimentan. ¿Alguna vez escuchaste decir que cuando menos se busca, más se encuentra? Bueno, es cierto, y lo podemos relacionar con este tema.
Pero el amor no se siente, excepto entre algunos hermanos, e hijos y padres. El amor más bien es un arma. Algo que te hace volar, que te eleva hasta hacerte tocar el mismísimo Cosmos; algo que te hace sentir como si nada valiese la pena, excepto que estés feliz, alegre, complacido. Sin embargo, esas no duran, si no es por puro sacrificio inconsciente. Lo que dura es lo malo, aunque no se quiera recordar. Como se dijo en una obra reconocida: El túnel,
“[…] La frase ‘todo tiempo pasado fue mejor’ no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que —felizmente— la gente las echa en el olvido. […]”
Creer estar enamorado es lo más insólito y aberrante que puede pasarle, y más aún cuando tu fantasía se explaya como una gota de tinta dentro de un vaso con agua. Viajas por casi todas las realidades posibles, por todas las ilusiones que puedas crear. Y es todavía peor cuando ocurre reiteradamente. En esta última instancia, solo te queda esperar, y cansarte, hasta que te aislás, y te quedás vacio y con un escudo adelante, con miedo de que alguien se acerque; con lágrimas en los ojos, y mirando cómo se caen junto con vos esos sueños que más te alentaban.
La confianza ya no es confianza tampoco. Puedo parecer malo, alguien sin corazón. Pero no siempre el que ve todo de forma negativa es alguien malo, o alguien que no quiere saber nada y se cierra aún sin saber que estaba errado; sino que también cabe la posibilidad de que esa persona sólo miró la vida únicamente de esa forma.
Desenamorarte. Desconfiar. Son esos respiros que devuelven el alma al cuerpo. Porque ahí es donde ya no existe un chico/a tierno/a que mira en todos lados corazones o la cara de su amada/o. Es en ese momento donde aprende lo que es estar así, bajo una situación terrible. Donde ahora, luego de haber hecho todo o hasta donde pudo, solo queda su espíritu bajo la nube pintada del gris más intenso; bajo el sol después de haberse extinguido: sumergido en la oscuridad.
Rescatemos, ayudemos a aquellas almas. Miremos a esos ojos necesitados del otro, que es donde se reflejan sus sentimientos, donde vemos cómo está en su más profundo ser. Cambiemos esa manía de ignorar esto. No sonriamos para tratar de complacer, o porque nos pareció gracioso un prejuicio de alguien. No gastemos alegría, usémosla por y para lo que realmente vale.
¿Estará bien o mal lo que digo?, ¿Qué es lo que está bien o mal?, ¿Realmente somos conscientes de esto? Las personas nunca se cuestionan estas preguntas –por lo menos no la mayoría de la población-. No tenemos, de lo que se denomina en el ajedrez, una visión mediata, por lo que nunca nos vamos a poder responder si lo que hacemos ahora, o si lo que pensamos ahora, va a ser algo coherente, productivo, o destructivo, en un futuro lejano.

Recuerdo que lo escribí durante mi anteúltimo año de la secundaria, allá por el año 2015 (sí, hace banda). Decidí publicarlo sin modificaciones a pesar de que hay afirmaciones o especulaciones un tanto absurdas, producto de experiencias personales.
P.D.:Tómese a la ligera el exceso de sentimentalismo puesto en cada oración, considerando el conjunto de estas como un brainstorming unipersonal.
Comentarios
Publicar un comentario