Así, el pasatiempo se volvió realidad de tiempo completo. Los pensamientos de culpa y la consecuente frustración inundaron cada minuto de progreso. Los cimientos que debía construir en esos años quedaron llenos de olvido e información vacía; los motivos que lo impulsaron a empezar, sin credibilidad.
Sólo restó el sabor de la aflicción; el de no saber si estaba haciendo lo correcto; el de pensar en lo que podría perder. Pero es que aquello que creía que podría perder, terminó siendo sólo un producto de sus propias inseguridades. Y qué son estas últimas, sino justificaciones inválidas para no permitirse seguir con el progreso, el disfrute, o para encerrarse en lo ya conocido.
Un breve síncope apareció como abismo entre las vorágines de divagación.
Después de tanto haber pensado en quienes pronto se decepcionarán, permaneció la idea de que quizás no recuerden aquellas grandes expectativas para entonces, o de que quizás ya no les interese.
¿Y si nadie le hubiese dicho que podría haber logrado más?
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Carol Wainio, Apprehension (Summer), 2017
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Para el título y contenido de esta entrada me inspiré en el título de una tema de Paramore, del álbum After Laughter. Me dediqué hace un par de meses, a mí mismo, el estribillo de esta canción a mi yo de hace un año, de cuando empezaba a notar lo fácil que había sido cursar en el colegio en comparación a la facultad (sí, muy trágico, y una epifanía demasiado tardía 😅). Había terminado bastante bien un ciclo de mi vida, y no podía digerir verme fracasando en exámenes.
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