Nie pokonasz miłości
¿De qué te acordás?
Del secreto que habíamos guardado, del que ahora ya no quedó nada.
De las insólitas charlas que duraban la eternidad de un recreo.
De aquellas largas oraciones, que sólo usábamos para que el tiempo no exista.
De los nombres que tomábamos prestados, para que nadie nos reconociera.
De las fotos que elegíamos para pasarnos, porque la elección era tan sutil para continuar con la charla.
De las cosquillas que me hacías, y la felicidad que duraba durante todo el día.
De los abrazos, y de los ‘te quiero’ que me hacían mejor persona.
De los celos, y juegos histéricos, que le ponían esa pizca de drama que tanto necesitaba.
De lo libres que éramos, en esas sillas, sin nadie alrededor.
Sin nadie alrededor, como si la soledad fuese realmente, nuestra única compañera.
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